Por Jorge Cuevas
Algo que ha imperado en Cruz Azul durante los últimos años, es la unión del equipo, ese sentir de familia que existe entre los jugadores. Pero no es solamente entre los futbolistas, sus parejas también demuestran que tienen ese sentimiento de unidad para apoyarlos, que hasta salen a comer juntas, con todo y la pareja de Mateusz Bogusz, que el español no se le dará de la mejor manera, pero lo importante es esa unión familiar en la “Máquina”.
El azul profundo del escudo de Cruz Azul ha sido testigo de innumerables batallas, pero pocas veces ha visto una transformación tan profunda como la que se está gestando en este momento. Tras la abrupta salida de Martín Anselmi, el equipo se encontró a la deriva, navegando en aguas turbulentas. Sin embargo, en medio de la incertidumbre, surgió un líder inesperado: Vicente Sánchez. Y con él, una familia.
Como un aficionado de hueso azul, un periodista de 30 años que ha vivido cada alegría y cada desilusión, puedo decirles que lo que estamos presenciando es algo especial. No es solo un equipo de fútbol, es una familia unida por el dolor y fortalecida por la adversidad.
La partida de Anselmi dejó un vacío enorme. Su estilo de juego, su liderazgo y su conexión con los jugadores habían creado una atmósfera de esperanza y ambición. De repente, todo se desmoronó. La incertidumbre se apoderó del vestuario, las dudas se multiplicaron y el futuro se tornó incierto.
Recuerdo la sensación de desolación que invadió a la afición. Nos preguntábamos qué sería del equipo, si podríamos recuperarnos del golpe. El fantasma de la mediocridad, ese viejo enemigo de Cruz Azul, amenazaba con regresar.
La adversidad unió al grupo. Los jugadores se dieron cuenta de que solo juntos podrían superar la tormenta. Se apoyaron mutuamente, se alentaron, se comprometieron a darlo todo por el equipo y por la afición.
Las sesiones de entrenamiento se convirtieron en espacios de diálogo y camaradería. Las risas y las bromas volvieron a llenar el vestuario. Las cenas y las reuniones fuera del campo fortalecieron los lazos entre los jugadores.
En medio del caos, surgió la figura de Vicente Sánchez. Un hombre de la casa, un ex jugador que conoce el ADN de Cruz Azul como pocos. Asumió el mando con humildad y determinación, consciente de la responsabilidad que tenía en sus manos.
Pero Sánchez no solo se enfocó en lo táctico y lo estratégico. Su principal preocupación fue reconstruir el vestuario, sanar las heridas y fortalecer los lazos entre los jugadores. Se convirtió en un padre, un consejero, un amigo.
02/03/2025
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