Por Jorge Cuevas
Vicente Sánchez tomó una difícil decisión cuando dejó fuera a seis de sus jugadores más constantes para el partido ante Seattle Sounders. O sea, ni Nacho Rivero ni Charly Rodríguez ni Erik Lira ni Ángel Sepúlveda ni Giakoumakis ni Rotondi verán acción en Champions Cup.
Arriesgado para el charrúa, ya que este torneo es uno de los que medirá si continúa con su trabajo en la “Máquina”. La explicación del DT fue la carga de partidos que ha tenido el equipo y que Rayados es el siguiente rival en Liga MX… a ver si no le sale el tiro por la culata.
“Somos un equipo y como equipo no tenemos jugadores que puedan jugar todos los partidos. Unos jugadores se quedaron por un tema de dosificar, pero es más que nada por un tema pensando mucho en el cierre del torneo. Ya vamos en la fecha 10 y sabemos que todos los partidos que vienen son importantes”, fueron las palabras del estratega de Cruz Azul.
Lo que Vicente Sánchez, actual estratega, está a punto de hacer en Seattle, me tiene con el alma en vilo. ¿Genialidad táctica o un acto de temeridad que podría costarle el puesto?
La temporada ha sido un torbellino. La Liga MX, la Leagues Cup, la Concachampions... un calendario infernal que ha exprimido hasta la última gota de sudor de nuestros jugadores. Y en medio de esta vorágine, Sánchez ha decidido jugarse el todo por el todo. Con el Seattle Sounders, un rival de peso y amo y señor de su fortaleza, en el horizonte, el técnico uruguayo ha optado por una estrategia que ha dejado a propios y extraños boquiabiertos: dividir al equipo.
No es una simple rotación, no. Es una fractura deliberada, quirúrgica. Un equipo casi alternativo, una suerte de "Cruz Azul B", será el encargado de asaltar el Lumen Field. Mientras tanto, los titulares, los gladiadores que han cargado con el peso de la temporada, se quedarán en la banca, descansando, preparándose para las batallas venideras.
La decisión es arriesgada, por decir lo menos. Seattle, con su afición incansable y su juego físico, es un hueso duro de roer. Y jugar con un equipo mermado, con jóvenes promesas y suplentes hambrientos de gloria, es como entrar a la boca del lobo con un cuchillo de mantequilla.
La respuesta, creo, reside en la visión a largo plazo del técnico uruguayo. Sánchez no está pensando en el partido contra Seattle como un evento aislado. Lo ve como una pieza más en el rompecabezas de una temporada extenuante. Sabe que la fatiga es el peor enemigo de un equipo, y que para llegar a los momentos decisivos con las piernas frescas, necesita dosificar esfuerzos.
Es un juego de ajedrez, donde cada movimiento tiene sus consecuencias. Si la apuesta de Sánchez sale bien, si el "Cruz Azul B" logra la hazaña en Seattle, el técnico se convertirá en un estratega visionario, un genio capaz de sacar lo mejor de cada uno de sus jugadores. Pero si la apuesta falla, si el equipo sufre una derrota humillante, las críticas no tardarán en llover, y el fantasma del despido comenzará a rondar el banquillo celeste.
05/03/2025
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