Por Sergio Ruiz
Hablar de Amaranto Perea en Cruz Azul es recordar a un defensor de experiencia, carácter y jerarquía. El colombiano, conocido por su gran trayectoria en Europa y su liderazgo innato, tuvo un paso significativo por La Máquina, donde su profesionalismo y entrega lo convirtieron en un referente de la zaga celeste durante su tiempo en México.
Su llegada al club fue un acierto importante en la búsqueda de solidez defensiva, aportando no solo calidad dentro del campo, sino también liderazgo en el vestidor. Aunque su tiempo en Cruz Azul no fue extenso, Amaranto Perea dejó huella entre la afición cementera y sigue siendo recordado con respeto.
En el verano de 2013, Cruz Azul sorprendió al anunciar el fichaje de Luis Amaranto Perea, un defensa central colombiano que había triunfado en el fútbol europeo. Proveniente del Atlético de Madrid, donde militó durante ocho años y fue una figura indiscutible, Perea llegó a La Máquina con un currículum envidiable: dos títulos de la Europa League, una Supercopa de Europa y más de 300 partidos en LaLiga española.
La contratación de Amaranto no solo fue una apuesta por reforzar la defensa, sino también por incorporar experiencia y liderazgo a un equipo que siempre exige competir al más alto nivel. Desde su arribo, Perea dejó claro que venía a sumar, destacando por su profesionalismo y su disciplina dentro y fuera de la cancha.
Amaranto Perea debutó con Cruz Azul en el Apertura 2013, y rápidamente se hizo un lugar en el once titular. Con su estilo sobrio, su fuerza física y su capacidad para anticipar a los delanteros rivales, Perea aportó la solidez que tanto necesitaba el equipo en la última línea.
Durante su estancia en La Máquina, el colombiano formó una dupla confiable con jugadores como Julio César Domínguez y Fausto Pinto, combinando su experiencia con la entrega de sus compañeros mexicanos. Su voz de mando en el campo se notaba en cada partido, ordenando la defensa y aportando calma en los momentos de presión.
Uno de los puntos más destacados de su paso fue su capacidad para resolver situaciones complicadas con inteligencia, gracias a su vasta experiencia en ligas de primer nivel. La afición celeste valoró su profesionalismo y entrega, reconociendo en Perea a un líder que dejó el alma en cada jugada.
Lamentablemente, la carrera de Amaranto Perea en Cruz Azul no estuvo exenta de obstáculos. A mediados del Clausura 2014, el colombiano sufrió una grave lesión en el tendón de Aquiles, una dolencia que lo mantuvo fuera de las canchas durante varios meses.
Esta lesión no solo afectó su continuidad en el equipo, sino que también terminó marcando el final de su etapa como jugador profesional. A pesar de sus esfuerzos por regresar, el cuerpo no respondió de la misma manera, y en 2014, Amaranto decidió colgar los botines de manera definitiva.
Aunque su paso por Cruz Azul fue breve, Amaranto Perea dejó una marca importante en el club. Su profesionalismo, entrega y liderazgo aportaron al crecimiento de jugadores jóvenes y a la estabilidad defensiva del equipo en los momentos en los que estuvo activo.
La experiencia internacional que Perea trajo consigo fue invaluable, y aunque no pudo culminar su carrera levantando un título con La Máquina, su contribución fue clave para fortalecer un vestidor que buscaba recuperar protagonismo.
Amaranto Perea es recordado por la afición celeste como un jugador que, aunque no tuvo la oportunidad de brillar durante muchos años con la camiseta de Cruz Azul, sí dejó un legado de profesionalismo y carácter. En cada partido, demostró lo que significa ser un líder dentro del terreno de juego, ganándose el respeto de compañeros, rivales y aficionados.
La carrera de Amaranto es un ejemplo de dedicación y sacrificio, y su paso por La Máquina quedará como un capítulo especial en la historia reciente del club. Aquel defensor colombiano, que lo ganó todo en Europa, también supo dar lo mejor de sí en México, defendiendo los colores celestes con orgullo y compromiso.
La afición de Cruz Azul siempre recuerda a quienes dejan todo en la cancha, y Luis Amaranto Perea es, sin duda, uno de esos jugadores que lograron ganarse un lugar especial en el corazón cementero.
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