Por Jorge Cuevas
Dicen que una imagen habla por si sola y esta describe perfecto el sentir de los aficionados de Cruz Azul con Vicente Sánchez al mando del equipo. Primero, dicha imagen corresponde al partido Sounders vs la "Máquina" de Champions Cup y específicamente cuando el charrúa decidió sacar a Mateusz Bogusz pasada la hora de juego y siendo su mejor futbolista en cancha.
Ahora, la interpretación es lo que vale la pena de todo esto y deja ver el sentir de la hinchada. Mateusz Bogusz siendo toda la afición celeste cuestionando la decisión y Vicente Sánchez ni volteando a ver, además cubriéndose la cara, en señal de que no existe un rumbo fijo.
La ilusión de ver a Cruz Azul conquistar títulos y desplegar un fútbol de alto nivel se ha convertido en una sombra de incertidumbre. A pesar de contar con una de las plantillas más completas y talentosas de los últimos 20 años, el equipo dirigido por Vicente Sánchez parece haber perdido el rumbo. La falta de idea futbolística, la ausencia de un camino claro y la incapacidad para aprovechar el potencial de sus jugadores han generado un profundo malestar entre la afición celeste.
La llegada de refuerzos de calidad, la consolidación de jóvenes promesas y la experiencia de jugadores clave generaron una ola de optimismo en La Noria. Se hablaba de un equipo capaz de competir por todos los títulos, de desplegar un fútbol vistoso y efectivo. Sin embargo, la realidad ha sido muy diferente.
Jugadores como Carlos Rotondi, Lorenzo Faravelli y Kevin Mier, entre otros, poseen un talento indiscutible. Sin embargo, bajo la dirección de Vicente Sánchez, su potencial se ha visto limitado. La falta de un sistema de juego definido, la ausencia de una idea clara y la incapacidad para generar sociedades en el campo han impedido que estos jugadores brillen con luz propia.
La falta de una idea futbolística definida es uno de los principales problemas de Cruz Azul. El equipo parece navegar a la deriva, sin un rumbo claro, sin un estilo de juego definido. Los jugadores parecen perdidos en el campo, sin saber qué hacer con el balón, sin generar opciones de gol.
La falta de un sistema táctico sólido, la ausencia de variantes estratégicas y la incapacidad para adaptarse a los diferentes rivales han convertido a Cruz Azul en un equipo predecible y fácil de contrarrestar. Los rivales saben cómo jugarle a la Máquina, cómo anular su juego y cómo aprovechar sus debilidades.
La falta de un camino claro, de un proyecto deportivo a largo plazo, es otro de los problemas que aquejan a Cruz Azul. La afición celeste no ve un rumbo fijo, no ve una evolución en el juego del equipo, no ve una identidad definida.
La falta de continuidad en el banquillo, los constantes cambios de jugadores y la ausencia de una filosofía de juego definida han generado una inestabilidad que se refleja en el rendimiento del equipo. La afición celeste se pregunta: ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuál es el proyecto deportivo de Cruz Azul?
La presión sobre Vicente Sánchez aumenta con cada partido. La afición celeste exige resultados, exige un cambio en el estilo de juego, exige un equipo que demuestre su potencial.
El tiempo se agota y la paciencia se agota. La afición celeste no está dispuesta a tolerar más mediocridad, más frustraciones. La exigencia es clara: Cruz Azul debe despertar, debe encontrar su rumbo, debe demostrar su grandeza.
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