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De acariciar la gloria con Cruz Azul a estar cerca del infierno futbolístico, así el presente de este campeón de 2021

Fue una de las figuras del campeonato en 2021, pero ahora le toca disputar el descenso: Pablo Aguilar

Por Jorge Cuevas

Pablo Aguilar y la playera de Sportivo Luqueño - Foto: X
Pablo Aguilar y la playera de Sportivo Luqueño - Foto: X
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Pablo Aguilar es uno de los defensas más recordados del último campeonato de Cruz Azul. Fue líder de la defensa junto a Juan Escobar y su aporte siempre será recordado entre la afición cementera, pues llegó a un equipo necesitado de ídolos para conseguir algo que solo unos cuantos puedes presumir, un título con la Máquina. Pero, después de tocar el cielo con las manos, está acariciando el infierno del descenso en su país natal.

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Pablito sigue dando guerra en su país y es que volvió con el equipo que lo vio nacer futbolísticamente hablando, el Sportivo Luqueño y vive una situación dramática, pues está a unos cuantos puntos de perder la categoría, un golpe duro al alma porque es el equipo de su corazón.

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Pablo Aguilar: Del cielo azul al infierno guaraní

Pablo Aguilar. Su nombre resuena en La Noria como un eco de gloria. Un guerrero guaraní que llegó a Cruz Azul para escribir su nombre con letras doradas en la historia del club. Un campeón, un líder, un ídolo.

El cielo azul tocado con las manos

Aguilar aterrizó en Cruz Azul en 2018, con la misión de reforzar una defensa que necesitaba un líder. Y vaya que lo encontró. El paraguayo se convirtió en un pilar, un muro infranqueable, un ejemplo para sus compañeros.

Su entrega, su garra y su amor por la camiseta celeste lo convirtieron en un ídolo para la afición. Pablo Aguilar se ganó el corazón de los cementeros a base de sudor y sacrificio.

La novena estrella, el título que tanto habíamos esperado. Aguilar, como un gladiador, levantó el trofeo al cielo, bañándose de gloria y cumpliendo el sueño de millones de cruzazulinos.

El adiós y el regreso a casa

Tras tres años de gloria en La Noria, Pablo Aguilar decidió regresar a su país, a su tierra, a su gente. El Sportivo Luqueño, el club de sus amores, lo esperaba con los brazos abiertos.

La realidad alcanzó a Aguilar en Luqueño. El equipo de sus amores, el club que lo vio nacer, está peleando por no descender. El infierno guaraní, la lucha por la permanencia, se ha convertido en su nueva batalla.

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Aguilar, a sus 36 años, no se rinde. Lucha cada balón, cada partido, como si fuera el último. Su experiencia y su liderazgo son fundamentales para un Luqueño que busca desesperadamente la salvación.


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